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Mejor para mí el mendrugo del pobre,
Mejor la bendición del pobre,
Aunque me aleje vacío de su puerta;
Esa no es la verdadera limosna que la mano puede sostener;
No da más que oro sin valor
Quien da por sentido del deber;
Pero el que da una pequeña miseria,
Y da a lo que está fuera de la vista,
Ese hilo de la Belleza que todo lo sustenta
Que todo lo atraviesa y todo lo une.
La mano no puede abarcar toda su limosna,
El corazón extiende sus ansiosas palmas,
Porque un dios va con él y lo hace almacenar
Al alma que antes moría de hambre en la oscuridad.