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  • El fracaso total llegó en la Crucifixión, en las trágicas palabras: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" Si quieres comprender toda la tragedia de esas palabras, debes darte cuenta de lo que significaban: Cristo vio que toda su vida, consagrada a la verdad según su mejor convicción, había sido una terrible ilusión. La había vivido con absoluta sinceridad, había hecho su experimento honesto, pero no dejaba de ser una compensación. En la cruz, su misión le abandonó. Pero como había vivido tan plena y devotamente, ganó el cuerpo de la Resurrección.