La razón por la que queremos recordar una imagen varía: porque sencillamente "nos encanta", o porque nos disgusta tan intensamente que se convierte en algo compulsivo, o porque nos ha hecho darnos cuenta de algo sobre nosotros mismos, o ha provocado algún pequeño cambio en nosotros. Tal vez el lector pueda recordar alguna imagen después de haberla visto que nunca ha vuelto a ser el mismo.