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  • La luz de la memoria, o más bien la luz que la memoria presta a las cosas, es la luz más pálida de todas. No sé muy bien si estoy soñando o recordando, si he vivido mi vida o la he soñado. Al igual que los sueños, la memoria me hace profundamente consciente de la irrealidad, de la evanescencia del mundo, una imagen fugaz en el agua en movimiento.