-
La moraleja es ésta: Si tienes algún valor, quédate en casa y ábrete camino con fiel diligencia; pero si no tienes ningún valor, vete de casa, y entonces tendrás que trabajar, quieras o no. Así te conviertes en una bendición para tus amigos al dejar de ser una molestia para ellos, si la gente entre la que te mueves sufre por la operación.