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La naturaleza en tinieblas gime y los hombres se ven abocados a la huraña contemplación en la noche: inquietos se revuelven en lechos de dolor; en lo más íntimo de su cerebro sintiendo las ruedas aplastantes, se levantan, escriben las amargas palabras de la severa filosofía y amasan el pan del conocimiento con lágrimas y gemidos.