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  • Las buenas constituciones se forman comparando la libertad del individuo con la fuerza del gobierno: Si el tono de una de ellas es demasiado alto, la otra se debilitará demasiado. El modo más feliz de conciliar estos objetivos es instituir una rama dotada de sensibilidad y otra de conocimiento y firmeza. Mediante la oposición y el control mutuo de estos órganos, el gobierno alcanzará, en sus operaciones regulares, el equilibrio perfecto entre libertad y poder.

    Alexander Hamilton (2017). “The Political Writings of Alexander Hamilton:”, p.659, Cambridge University Press
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