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Tú y tus pertenencias
No son tuyos tan propios, como para malgastar
en tus virtudes y ellas en ti.
El cielo hace con nosotros como nosotros con las antorchas,
no las enciende para sí; porque si nuestras virtudes
no salieran de nosotros, sería todo igual
Como si no las tuviéramos. Los espíritus no se tocan finamente
Sino a los asuntos finos; y la Naturaleza nunca presta
el menor escrúpulo de su excelencia,
Sino que, como una diosa ahorrativa, determina
A sí misma la gloria de un acreedor -
Tanto el agradecimiento como el uso.