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  • Es por la noche, cuando quizás deberíamos estar soñando, cuando la mente está más clara, cuando somos más capaces de sostener toda nuestra vida en la palma de nuestro cráneo. No sé si alguien ha señalado antes ese gran atractivo del insomnio, pero es así; la noche parece liberar un poco más de nuestra vasta herencia retrospectiva de instintos y sentimientos; como con el amanecer, se permite que un poco de miel rezume entre los labios del bocadillo, que un poco de la materia de los sueños gotee en la mente despierta.