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  • Tenía una amiga cuya vida era perfecta. Siempre me decía: "Estoy realmente bendecida". Yo pensaba: "Claro que eres bendecida; tu vida es perfecta". Incluso en los momentos difíciles, las circunstancias se movían para ocuparse de todo por ella. Cuando se lo comenté, repitió: "Estoy realmente bendecida". Nunca lo comprendí hasta que descubrí El Secreto; ¡fueron sus palabras las que TRAIGERON su vida bendecida y perfecta!