Conciudadanos estadounidenses, esta noche tenemos ante nosotros nuestro deber. Sigamos adelante, decididos a servir desinteresadamente a una visión del hombre con Dios, del gobierno para el pueblo y de la humanidad en paz. Porque ahora es nuestra tarea cuidar y preservar, a través de las noches más oscuras y frías, ese "fuego sagrado de la libertad" del que habló el presidente Washington hace dos siglos, un fuego que esta noche sigue siendo un faro para todos los oprimidos del mundo, brillando desde esta tierra amable, agradable y verde que llamamos América.