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Los acontecimientos parecen tristes, agradables o dolorosos, no porque lo sean en realidad, sino porque nosotros creemos que lo son y la luz bajo la que los miramos depende de nuestro propio juicio.
Los acontecimientos parecen tristes, agradables o dolorosos, no porque lo sean en realidad, sino porque nosotros creemos que lo son y la luz bajo la que los miramos depende de nuestro propio juicio.