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Mi padre, un contable que nunca ganó más de 11.000 dólares al año en su vida, estaba sentado allí, extendiendo un cheque de 25 dólares a la NAACP. Cuando le pregunté por qué, me dijo que la discriminación contra cualquiera es una discriminación contra todos nosotros. Y nunca lo olvidé. De hecho, su filantropía fue un regalo, no sólo para esa organización, sino para mí.