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  • Si practicamos nuestra fe y buscamos la compañía del Espíritu Santo, su presencia puede sentirse en nuestros corazones y en nuestros hogares. Una familia que tiene oraciones familiares diarias y busca guardar los mandamientos de Dios y honrar su nombre y hablarse amorosamente unos a otros tendrá un sentimiento espiritual en su hogar que será perceptible para todos los que entren en él.