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  • Ahora afirmaré -hasta que me desposean- que fui la primera persona en el mundo que aplicó la máquina de escribir a la literatura. ... La primera máquina estaba llena de caprichos, llena de defectos, diabólicos. Tenía tantas inmoralidades como virtudes tiene la máquina de hoy. Después de un año o dos me di cuenta de que estaba degradando mi carácter, así que pensé en dársela a Howells. ... Se lo llevó a Boston y mi moral empezó a mejorar, pero la suya nunca se ha recuperado.