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Acuérdate de tus contemporáneos que han fallecido y tenían tu edad. Recuerda los honores y la fama que ganaron, los altos cargos que ocuparon y los bellos cuerpos que poseían. Hoy todos ellos se han convertido en polvo. Han dejado tras de sí huérfanos y viudas, sus riquezas se han malgastado y sus casas se han convertido en ruinas.
Hoy no queda rastro de ellos, y yacen en oscuros agujeros bajo la tierra.
Imagina sus rostros ante los ojos de tu mente y reflexiona.