La Segunda Enmienda es una disposición del día del juicio final, diseñada para aquellas circunstancias excepcionalmente raras en las que todos los demás derechos han fracasado: cuando el gobierno se niega a presentarse a la reelección y silencia a los que protestan; cuando los tribunales han perdido el valor de oponerse, o no encuentran a nadie que haga cumplir sus decretos. Por improbables que puedan parecer hoy estas contingencias, enfrentarse a ellas sin estar preparado es un error que un pueblo libre sólo puede cometer una vez.