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Cree en el amor y el poder de Dios más de lo que crees en tus propios sentimientos y experiencias. Tu roca es Cristo, y no es la roca la que fluye y refluye, sino el mar.
Cree en el amor y el poder de Dios más de lo que crees en tus propios sentimientos y experiencias. Tu roca es Cristo, y no es la roca la que fluye y refluye, sino el mar.