Autores:
  • No se nos ordena (ni se nos prohíbe) amar a nuestra pareja, a nuestros hijos, a nuestros amigos, a nuestra patria, porque tales afectos nos vienen naturalmente y son buenos en sí mismos, aunque podamos corromperlos. Se nos ordena amar al prójimo porque nuestra actitud natural hacia el otro es de indiferencia u hostilidad.