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Podemos soportar mucho más de lo que creemos; toda la experiencia humana lo atestigua. Todo lo que tenemos que hacer es aprender a no tener miedo al dolor. Aprieta los dientes y deja que duela. No lo niegues, no te dejes abrumar por él. No durará para siempre. Un día, el dolor desaparecerá y tú seguirás ahí.