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  • Todo el que nace posee una doble ciudadanía, en el reino de los sanos y en el reino de los enfermos. Aunque todos preferimos utilizar sólo el pasaporte bueno, tarde o temprano cada uno de nosotros se ve obligado, al menos durante un tiempo, a identificarse como ciudadano de ese otro lugar.

    New York Review of Books 26 Jan. 1978