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La paz no es sólo la ausencia de guerra, sino la presencia activa de una capacidad de amor, compasión y reciprocidad. Es la conciencia de que nuestras vidas no deben vivirse simplemente para nosotros mismos expresando nuestra individualidad, sino que confirmamos el propósito de nuestras vidas a través del trabajo de expresar nuestro sentido compartido de comunidad de una manera práctica y con propósito; para sostener nuestras propias vidas sostenemos las vidas de los demás - en familia, en una comunidad de barrios llamada ciudad, y en una comunidad de naciones llamada mundo.