A este respecto, los hábitos de toda nuestra especie se dividen en tres grandes clases: trabajo útil, trabajo inútil y ociosidad. De éstos, sólo el primero es meritorio, y a él pertenecen legítimamente todos los productos del trabajo; pero los dos últimos, mientras existen, son pesados pensionistas del primero, robándole una gran parte de sus justos derechos. El único remedio es, en la medida de lo posible, eliminar el trabajo inútil y la ociosidad.