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  • Las mujeres-madre parecían prevalecer aquel verano en Grand Isle. Era fácil conocerlas, revoloteando con alas extendidas y protectoras cuando cualquier daño, real o imaginario, amenazaba a su preciada prole. Eran mujeres que idolatraban a sus hijos, adoraban a sus maridos y consideraban un santo privilegio desvanecerse como individuos y desarrollar alas de ángeles ministradores.

    Kate Chopin (1899). “The Awakening”, p.19