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  • Érase una vez... las únicas inteligencias autónomas que conocíamos los humanos éramos nosotros mismos. Pensábamos entonces que si la humanidad llegaba a concebir otra inteligencia, sería el resultado de un gran proyecto... una gran masa de silicio y transistores antiguos y chips y placas de circuitos... una máquina con montones de circuitos en red, en otras palabras, imitando -si se me permite la expresión- al cerebro humano en forma y función. Por supuesto, las IA no evolucionaron así. Aparecieron cuando los humanos mirábamos para otro lado.