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  • Todo lo que se requería de ellos (es decir, de las masas con el cerebro lavado) era un patriotismo primitivo al que se podía apelar siempre que fuera necesario para hacerles aceptar jornadas de trabajo más largas o raciones más cortas. E incluso cuando se descontentaban, como ocurría a veces, su descontento no llevaba a ninguna parte, porque, al carecer de ideas generales, sólo podían centrarlo en pequeñas quejas específicas. Los males mayores se les escapaban invariablemente.