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  • ¿Cómo fue que, incluso en las tareas comunes de una vida ordinaria, Jesús atrajo las alabanzas del cielo? En el fondo de su ser, sólo hacía lo que agradaba al Padre. En todo se mantuvo fiel, latido a latido, a los deseos del Padre. Jesús vivía sólo para Dios; Dios le bastaba. Así, incluso en su sencillez y fidelidad de momento a momento, la vida de Cristo fue una fragancia inagotable, una ofrenda perfecta de amor incomparable a Dios.