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Quiero casarme. Suena genial. Podréis ir juntos a la compra, alquilar vídeos y besaros y abrazaros y besaros y abrazaros bajo las acogedoras mantas. ¡Mmmm! Pero a veces me preocupa no querer casarme tanto como sumergirme en una cuba de masa de pan caliente y creciente. Eso también puede sentar muy bien.