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  • En última instancia, no puede haber libertad para uno mismo a menos que se garantice para los demás; no puede haber seguridad donde hay miedo, y una sociedad democrática presupone confianza y franqueza en las relaciones de los hombres entre sí y una colaboración entusiasta para los fines más amplios de la vida en lugar de la persecución de objetivos mezquinos, egoístas o vanagloriosos.

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