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  • Cada país debe tener su propio diablo. Gales tiene el suyo, y Francia el suyo. Nuestro demonio alemán será una buena pipa de viento, y debe llamarse bebida, ya que es tan sediento e infernal que ningún trago de vino y cerveza, por grande que sea, lo enfriará, y me temo que seguirá siendo la plaga de Alemania hasta el día del juicio.