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Los sueños, de hecho, son ambición; porque la sustancia misma del ambicioso es meramente la sombra de un sueño. Y considero que la ambición es tan ligera y liviana que no es más que la sombra de una sombra.
Los sueños, de hecho, son ambición; porque la sustancia misma del ambicioso es meramente la sombra de un sueño. Y considero que la ambición es tan ligera y liviana que no es más que la sombra de una sombra.