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  • A los afligidos no se les escucha. Son como alguien a quien le han cortado la lengua y de vez en cuando lo olvida. Cuando mueven los labios, ningún oído percibe sonido alguno. Y ellos mismos se hunden pronto en la impotencia en el uso del lenguaje, por la certeza de no ser escuchados.

    Simone Weil (2015). “Selected Essays, 1934-1943: Historical, Political, and Moral Writings”, p.28, Wipf and Stock Publishers