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  • ¡Qué diferente se vería el mundo, qué diferente sería el estado de nuestra nación, si hubiera más almas sacerdotales santificadas! Estas son almas que tienen el poder de bendecir, porque interceden con corazones santificados. Nunca comienzan su tiempo diario de oración intercesora sin haber llevado primero a la cruz todo lo que es impío en sus vidas, para que su viejo yo pueda ser crucificado allí con Jesús, el Cordero sacrificial.