No puedo decir que fuera el más feliz en la cancha, pero me sentía completamente libre. Libre de obligaciones familiares, libre de mi propio tormento. En un sentido real yo era una persona diferente. No podía tolerar la idea de ser golpeado. Me mentalicé hasta un estado en el que sentía algo parecido al odio hacia mi oponente, un estado en el que detestaba la idea de que alguien se hiciera famoso a costa de Jimmy Connors. Estaba en mi elemento en la pista, midiéndome con otra persona. No era competitivo para aparentar. Me salía de dentro.