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El Señor Jesús murió por los impíos. Él fue obediente a toda costa: Él cargó con todo, y bajó al polvo de la muerte, el odio del hombre, la deserción de Dios, y el poder de Satanás; lo encontramos allí a costa de todo. Todo lo que estaba contra nosotros fue eliminado. Por la obediencia de un hombre muchos son hechos justos.