Lo único que le queda a la madre en la sociedad de consumo moderna es el papel de chivo expiatorio; el psicoanálisis emplea enormes cantidades de dinero y tiempo para persuadir al análisis y endosar sus problemas a la madre ausente, que no tiene oportunidad de pronunciar una palabra en su propia defensa. La hostilidad hacia la madre en nuestras sociedades es un índice de salud mental.