Nuestra política de inmigración se centra en cuatro áreas: Primero, reforzar el control fronterizo; segundo, proteger el empleo estadounidense haciendo cumplir las leyes contra los inmigrantes ilegales en el lugar de trabajo; tercero, deportar a los extranjeros delincuentes y deportables; cuarto, prestar ayuda a los Estados que la necesiten y denegar a los extranjeros ilegales las prestaciones de servicios públicos o bienestar social.