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  • Al principio, la idea de hacer un entrenamiento de 90 minutos en una habitación a 40 grados sonaba a tortura. Pero el sudor es exactamente a lo que me hice adicta. Mi cuerpo cambió radicalmente casi de inmediato. En tres clases noté menos grasa en el vientre. Ahora tengo las rodillas y las piernas más fuertes que nunca, los brazos definidos por primera vez en mi vida y una postura mucho mejor. Además, la respiración profunda me llena de energía. Salgo de clase aliviada de cualquier ansiedad con la que entré, y la sudoración y la desintoxicación hacen que mi piel se sienta genial.