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Cumplamos con nuestro deber en nuestra tienda o en nuestra cocina, en el mercado, en la calle, en la oficina, en la escuela, en el hogar, tan fielmente como si estuviéramos en la primera fila de alguna gran batalla y supiéramos que la victoria de la humanidad depende de nuestra valentía, fuerza y habilidad. Cuando hagamos eso, el más humilde de nosotros estará sirviendo en ese gran ejército que logra el bienestar del mundo.