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  • Dios ha descorrido soberanamente el telón de su gloria. Se ha revelado a Sí mismo en la plataforma de la creación y la redención para que podamos permanecer asombrados en Su presencia, contemplando la dulce simetría de Sus atributos, reflexionando sobre las insondables profundidades de Su grandeza, desconcertados por la sabiduría de Sus obras y el alcance ilimitado de Su bondad. Esta es Su belleza.