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En toda obra bien escrita, la batalla se libra entre los poderes primarios del Bien y del Mal, y es esta batalla la que constituye el impulso vital de la obra, su fuerza motriz, y es básica para todas las estructuras argumentales... En cualquier obra de arte verdadera... el principio y el final son, o deberían ser, polares en principio. Todas las cualidades principales de la primera sección deben transformarse en sus opuestas en la última.