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  • El ballet. Vi en la belleza fugitiva del gesto de una bailarina un símbolo de la vida. Se lograba a costa de un esfuerzo interminable, pero, con todas las fuerzas de la gravedad en contra, un equilibrio fugaz en el aire, una actitud encantadora digna de hacerse inmortal en un bajorrelieve, se perdía tan pronto como se ganaba y no quedaba más que el recuerdo de una emoción exquisita. Así, la vida, vivida diversa y ampliamente, sólo se convierte en obra de arte cuando llega a su bella conclusión y se reduce a la nada en el momento en que alcanza la perfección.