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Cuando Kepler descubrió que su creencia, largamente acariciada, no concordaba con la observación más precisa, aceptó el incómodo hecho. Prefirió la dura verdad a sus más queridas ilusiones, ese es el corazón de la ciencia.
Cuando Kepler descubrió que su creencia, largamente acariciada, no concordaba con la observación más precisa, aceptó el incómodo hecho. Prefirió la dura verdad a sus más queridas ilusiones, ese es el corazón de la ciencia.