En nuestras instituciones, la única forma de perfeccionar el Gobierno es perfeccionar al ciudadano individual. Es necesario llegar a la mente y al alma del individuo. No conozco otra forma de hacerlo que a través de la influencia de la religión y la educación. Por religión no quiero decir fanatismo o intolerancia; por educación no quiero decir la cantinela de las escuelas, sino una fe amplia y tolerante, amar al prójimo como a uno mismo, y una formación y experiencia que permitan a la mente humana ver el corazón de las cosas.