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Sólo en la entrega de nosotros mismos a los demás vivimos de verdad - sólo con el encuentro de nuestras mentes - la tuya y la mía - tomamos conciencia de la chispa divina que cada uno de nosotros comparte - sólo compartiendo en nuestros contactos diarios, unos con otros, nuestras esperanzas y temores mutuos encontramos la verdadera paz. La contribución humana es el ingrediente esencial.