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  • Es en virtud de sus propios deseos y curiosidades que cualquier hombre sigue existiendo con paciencia uniforme, que se siente encantado por el aspecto de las cosas y de las personas, y que se despierta cada mañana con un apetito renovado por el trabajo y el placer. El deseo y la curiosidad son los dos ojos a través de los cuales ve el mundo con los colores más encantados... y el hombre puede dilapidar su hacienda y llegar a la mendicidad, pero si conserva estos dos amuletos sigue siendo rico en posibilidades de placer.

    Robert Louis Stevenson (1926). “Virginibus Puerisque ; And, Across the Plains”