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Escuchar a los demás, especialmente a aquellos con los que no estamos de acuerdo, pone a prueba nuestras propias ideas y creencias. Nos obliga a reconocer, con humildad, que no tenemos el monopolio de la verdad.
Escuchar a los demás, especialmente a aquellos con los que no estamos de acuerdo, pone a prueba nuestras propias ideas y creencias. Nos obliga a reconocer, con humildad, que no tenemos el monopolio de la verdad.