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La relativa libertad de que disfrutamos depende de la opinión pública. La ley no es ninguna protección. Los gobiernos promulgan leyes, pero su cumplimiento y el comportamiento de la policía dependen del temperamento general del país. Si a un gran número de personas les interesa la libertad de expresión, habrá libertad de expresión, aunque la ley la prohíba; si la opinión pública es floja, se perseguirá a las minorías incómodas, aunque existan leyes que las protejan.