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  • La falta de seguridad emocional de nuestros jóvenes estadounidenses se debe, en mi opinión, a su aislamiento de la unidad familiar más amplia. Como he dicho a menudo, no hay dos personas -ni un padre y una madre- que sean suficientes para proporcionar seguridad emocional a un niño. Necesita sentirse uno más en un mundo de parientes, personas de distintas edades y temperamentos, pero unidas a él por un vínculo indisoluble que no podría romper aunque pudiera, porque la naturaleza lo ha soldado a él antes de que naciera.