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Así es la vida humana. Somos soplados en el mundo; flotamos flotantemente en el aire del verano por un rato, mostrando complacientemente nuestra gracia de forma y nuestros delicados colores iridiscentes; luego nos desvanecemos con un pequeño soplo, sin dejar nada detrás más que un recuerdo - y a veces ni siquiera eso. Supongo que en esos momentos solemnes en que nos despertamos en las profundidades de la noche y reflexionamos, no hay ninguno de nosotros que no esté dispuesto a confesar que en realidad no es más que una pompa de jabón, y que no vale la pena fabricarla.